La Garnacha Tinta es la uva aragonesa por excelencia, la uva española que ha conquistado el mundo, nuestra uva más universal, ya que podemos encontrarla por cualquier rincón de la geografía mundial del vino. Fue la Corona de Aragón quien la exportó a Francia e Italia entre los siglos XII al XVII y, desde allí, llegó a lugares tan dispares como África, Australia, California o Chile.
En España fue reina del viñedo, llegándose a plantar hasta 120.000 hectáreas, pero “cayó en desgracia” por su fama de rústica y alcohólica, fruto no de su identidad sino de su forma de plantación y elaboración, y se redujo a unas 70.000 ha aproximadamente a finales del siglo XX. En los últimos tiempos se ha vivido una auténtica revolución garnachera a nivel internacional, recuperando su prestigio a través de un proceso de producción más cuidado en el que se busca el perfil más elegante y equilibrado de esta variedad.
Actualmente es la tercera uva más popular en nuestros viñedos, muy presente sobre todo en Madrid, Tarragona, Navarra, La Rioja, Zaragoza y Toledo. Una popularidad bien merecida, ya que es muy resistente a temperaturas extremas y se adapta a la perfección a los suelos pobres. Además, es bastante resistente al calor y a plantaciones en elevadas altitudes. Como contrapartida, es sensible a plagas y algunas enfermedades de la vid.
La variedad Garnacha Tinta (Grenache en francés), se conoce también como Cannonau en la isla de Cerdeña y Lledoner, Giró o Garnatxa Negra en Cataluña. Existen variantes genéticas, como la Garnacha Blanca, la Garnacha Gris, la Garnacha Peluda, la Garnacha Roja, la Garnacha Rosada o la Garnacha Tintorera (también conocida como Alicante Bouschet).
Los vinos de Garnacha Tinta son afrutados y elegantes, sin mucha capa de color, acidez media y trago amable. No muy tánicos, tienen como una de sus principales características el dejar hablar claramente al terruño del que proceden, por lo que encontraremos muchos perfiles de Garnachas diferentes, dependiendo de dónde sean cultivadas.
Se utiliza tanto como para monovarietales de rosados y tintos como mezclada, sobre todo con uvas de mayor coloración y acidez, como la Cariñena (dueto perfecto en Priorat), la Syrah o la Monastrell. Cuando se mima, en bajas producciones de cepas viejas y a cierta altitud, roza la perfección.