Por Jesús Rivasés, periodista, tertuliano y escritor
La capital del vino, el centro del mercado mundial y también la que impone las modas, es Londres, aunque a muchos todavía les sorprenda. La pandemia y, sobre todo, el Brexit, pueden empezar a cambiar las cosas. Nueva York, sí, Nueva York, intenta desde hace años arrebatar ese privilegio a la ciudad del Támesis. No lo ha conseguido todavía, pero tiempo al tiempo, sobre todo porque el mercado que tiene es gigantesco y crece todos los días, como el chino. El futuro del vino, moleste a quien moleste, pasa por los Estados Unidos y por China. Los productores de vino españoles siempre –salvo excepciones- han tenido la asignatura pendiente de los grandes mercados internacionales. Es cierto que algunas producciones, por reducidas, no permiten ciertas alegrías, pero si Francia o Italia lo han conseguido, por no hablar de Australia o Nueva Zelanda, no hay nada que impida que los vinos españoles tengan el protagonismo que merecen en los mercados –y en los restaurantes y bodegas- de todo el mundo.
Los cambios tardan, pero todo indica que empiezan a llegar, aunque no hayan sido precisamente gratis, ni en dinero –marketing y relaciones públicas- ni en trabajo. Solo así se explica que hace unas semanas el crítico de vinos de The New York Times eligiera 20 vinos por menos de 20 dólares para el verano, y que entre ellos escogiera nada menos que cuatro españoles, además de uno californiano pero elaborado con uvas Cariñena: el por aquí desconocido Broc Cellars North Coast Love Red 2019. Son vinos, hay que explicarlo, disponibles o accesibles en la ciudad de los rascacielos y en las principales ciudades americanas, no tanto en grandes cadenas de distribución como en tiendas especializadas. El precio es también precio americano, que poco tiene que ver con el español. Ambos factores justifican que la elección del crítico neoyorquino pueda sorprender Desde luego, al margen de la calidad, alguien ha trabajado y lo ha hecho bien.
La selección de Asimov incluye vinos de nueve países, pero sobre todo de Estados Unidos (California), España, Francia e Italia. Los españoles elegidos, sin que haya un orden ni ninguna clasificación son: Rekalde Getariako Txakolina RK Rosé 2020, que puede adquirirse en Estados Unidos por $19,96 la botella; el cava Loxarel Classic Penedès Brut Nature Reserve 2016 ($15), Celler Credo Penedès Miranius 2019 ($18,99) y Muga Rioja Blanco 2019 ($17,96).
El crítico tiene una especial predilección por las txakolinas (ver número anterior de Vivir el Vino). El vino que ha elegido para su selección veraniega, Rekalde Getairako Txakolina RK Rosé, tiene la particularidad de ser un “rosado”, algo relativamente nuevo. La escogida por Asimov se produce en el País Vasco, pensada en gran parte para ser colocada en el mercado estadounidense y se caracteriza por ser agria y refrescante, ligeramente espumosa, con notas de cítricos y frutas rojas.
Las burbujas tienen buena acogida en los Estados Unidos, que es lo que ofrece el Reserva Natural del Classic Penedès Sàniger Brut 2016, que no es técnicamente un cava porque tiene otra clasificación, la Classic Penedès, que obliga a los productores a elaborar sus propios vinos en vez de comprarlos. Además, si cultivan sus uvas, deben hacerlo orgánicamente. El Sàniger Brut de 2016, por otra parte, está elaborado con las tres uvas clásicas del cava, es decir, Parellada, Macabeo y Xarel·lo. Por lo tanto, no es un cava, pero como si lo fuera.
Los otros dos vinos que hacen las Américas de la mano de Asimov son, sin duda, algo más conocidos. Por una parte, el Penedès Miranuis, elaborado con Xarel·lo, es un producto de Recaredo, contrastado en el mercado. Por último, el Muga Blanco, en este caso de 2019, es un clásico de Rioja, de los de la vieja escuela, y el resultado de la combinación de uvas habituales en la zona: Viura, Garnacha Blanca y Malvasía. Son cuatro vinos españoles que han hecho –hacen- las Américas y que marcan el camino para otros.