Ignacio Morán, director comercial regional (zona centro y Levante) de Bodegas Barbadillo recogió el premio
Hemos escogido esta manzanilla “bicentenaria”, la mítica Solear de Barbadillo, como inmejorable representante de la riqueza de una manzanilla que, como señalaba el fundador de la bodega, Manuel Barbadillo, es “añeja y fina” al tiempo, ya que, sin perder esa vaporosidad y finura que definen a las manzanillas de Sanlúcar, cuenta con una crianza sobre velo de flor casi eterna. Nacida en 1938, recorre durante sus seis años de crianza bajo velo de flor cinco cascos bodegueros diferentes, desde El Barrio Alto, donde la bodega cuenta con botas en el antiguo convento de San Agustín, hasta la Arboledilla, donde la crianza biológica alcanza su máxima expresión, siendo esta larga crianza lo que confiere su personalidad única. Para celebrar sus dos siglos, la mítica bodega de Sanlúcar recupera la imagen primigenia con la que la manzanilla vio por primera vez la luz.
Bicentenaria
Esther Gutiérrez, directora de Marketing y Comunicación, nos cuenta que han decidido “recuperar la imagen original de una de nuestras enseñas más reconocidas, como es Manzanilla Solear. Este vino vio la luz en 1938 gracias a la obsesión de Manuel Barbadillo, presidente y escritor conocido como el “bodeguero ilustrado”, por crear una manzanilla fina y añeja. En esta ocasión hemos recuperado la botella y la etiqueta de aquel entonces para sacar al mercado una adaptación muy similar a la que se puso a la venta hace más de ochenta años”. Histórica pero al tiempo sin olvidar el futuro ya que como nos comenta Esther, “es una compañía con un marcado adn pionero. Siempre buscamos la innovación sin olvidar la tradición”.
Criada en cinco cascos bodegueros
Barbadillo fue la primera bodega en doblar el número de sacas hasta contar con 10 criaderas, repartidas por las bodegas del Barrio Alto y el Barrio Bajo de Sanlúcar de Barrameda.Desde sus orígenes el recorrido de Solear por distintas bodegas del barrio bajo y alto de Sanlúcar, en su proceso de crianza, la diferenciaba del resto de manzanillas. Manuel Barbadillo describía así su recorrido: “La crianza de Solear da sus primeros pasos en las bodegas del Obispo Gascón, del Palacio de la Cilla de la Compañía (S.J.), todas alrededor de la Parroquia Mayor, como para santificarse. Después la mocita del Barrio Alto pasa por la del Carril de los Ángeles a las del Pino, buscando aires marineros y piruetas toreras para, ya señora, volver a la Calle de Sevilla, junto al Castillo, donde desde su “Solera” le ofrece toda la historia y todos los aromas de Sanlúcar, en esta botella.”