
Por Alberto Matos
Algunas bodegas destacan las características únicas del entorno que las rodea, otras vinculan su narración con actividades complementarias y otras tantas se retrotraen a lo más profundo de sus raíces… Y, lo que es más importante, todas ellas logran dejar una impronta emocional en quien escucha sus historias.
Vintae, humor y vino
Vintae comenzaba a tomar forma en 1999, cuando el empresario riojano José Miguel Arambarri decidía retornar a los orígenes familiares recuperando la variedad de uva Moscatel de Grano Menudo en su tierra tras su desaparición a causa de la filoxera.
Poco más de dos décadas después, la compañía está integrada por un equipo de más de cien personas y elabora 35 vinos a partir de 38 varietales en 14 regiones diferentes de España en sus bodegas de Maetierra, Hacienda López de Haro, Bardos, Aroa, Proyecto Garnachas, Matsu y Atlantis. Pero no solo por eso Vintae es conocida. También lo es por su gran sentido del humor, que sabe transmitir a través de su página web, sus etiquetas y sus packagings. Sin olvidar su Vintae Wine Fest, que empezó a gestarse durante un fin de semana de octubre de hace ya tres lustros en San Vicente de la Sonsierra. Una reunión informal de amigos, al que al año siguiente se unían los amigos de los amigos, y los amigos de los amigos de los amigos un año después, hasta que acabó por convertirse en un festival anual. Desde 2017, cada edición se celebra en un punto diferente de La Rioja arrancando un viernes en torno a una temática que decora las calles, define las actividades y la música, y que condiciona la indumentaria para pasar el sábado entre fuegos artificiales, espectáculos y batucadas y acabar el domingo con una comida típica riojana en Hacienda López de Haro, donde no falta la música en directo, las chuletillas y, por supuesto, el vino. ¿Cómo olvidar la experiencia?