Lo primero que debemos hacer es preparar la verdura. No hace falta deciros que ha de ser de temporada y fresca.
Lavamos con abundante agua las hortalizas. Por regla general el zarangollo se suele preparar sin piel, pero esto va en gustos. Así que dependiendo de si te gusta o no debes eliminarla, ten en cuenta que no sólo influyen en la textura, también lo hará en sabor.
De la cebolla eliminamos la primera capa y cortamos en dados de medio centímetro.
Será buena idea manejar los mismos tamaños para el calabacín. Cuanto menor sea el tamaño, menos tiempo ha de estar en el fuego. Dicen los murcianos que un buen zarangollo debe llevar las cebollas cortadas en aros y el calabacín en rodajas. No lo dudo, pero jamás me lo han presentado así.
Una vez preparadas las hortalizas debemos iniciar la cocción. Es importante usar una buena sartén. Alta y ancha es la ideal para jugar con la temperatura y moverla grácilmente. Ponemos el AOVE y lo distribuimos con ligeros movimientos de muñeca, como si supiéramos lo que hacemos. Esperamos a que la grasa vegetal tenga una buena temperatura, no debe humear, pero sí alto. Añadimos entonces el calabacín y bajamos el fuego a la mitad.
Debemos hacer que suden, que pierdan el agua que guardan en su interior. Para ayudar al proceso añade un poco de sal. Dejamos unos diez minutos. Antes de que se sienta más solo en la sartén, añadimos la cebolla. De esta forma el calabacín ya habrá sudado lo suficiente para que la cebolla no se cueza. Dejamos otros diez minutos al calor.
El último paso es la adición de las proteínas. Rompemos los huevos en un bol y nos desprendemos de las cáscaras. Después los añadimos sobre la sartén y mezclamos con cuidado y sutileza la clara. De esta forma mantendremos la yema intacta hasta que veamos que el resto del huevo está casi cuajado.
Si la tentación nos lo ha permito entonces es el momento de sajar la yema y repartirla con movimientos certeros por toda la sartén. A diferencia de otros platos con huevo, los zarangollos no hace falta que nos destrocen el paladar. Quiero decir, se pueden servir templados, así que tómate el tiempo que quieras para emplatar. Un plato suculento, además de hipercalórico. Los zarangollos son ideales para acompañar una carne o un caldero del Mar Menor y, para terminar una buena comida típica murciana, os recomiendo unos paparajotes.